Hoy te volví a extrañar. Me volví a extrañar.
Te volví a llover. Me volví a mojar.
Te volví a soñar. Me volví a dormir.
Te volví a matar. Me volví a morir.
Te volví a escribir. Me volví a borrar.
Te volví a traer. Me volví a llevar.
Te volví a tomar. Me volví a fumar.
Te volví a perder. Me volví a perder.
Te volví a sentir. Me volví a quemar.
Te volví a gritar. Me volví a callar.
Te volví a querer. Me volví a odiar.
Te volví a parar. Me volví a caer.
Te volví a llenar. Me volví a vaciar.
Te volví a volver. Me volví a fugar.
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No hay olvido a la vuelta de la esquina.
No hay alivio que llene los bolsillos de la ausencia.
No hay transformación definitiva.
No hay caída lo suficientemente profunda.
No hay lágrima final.
No hay silencio quieto.
No hay calma en el vacío.
No hay tiempo que cure
ni cicatriz que madure
ni herida que desangre
para siempre
la sangre del dolor del alma.
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